LA HISTORIA DE LA INDIA ES FÁCIL.
La historia de la India es fácil.
Maurya, los nanda, los cholas, Satavahana, Kadamba, pallaba, sultanato de Delhi, Gupta, Chalukya. Estos son solo algunos nombres de viejos reinos y dinastías de la India. A sumar a su trescientos millones de dioses, y la creencia en un tiempo cíclico que se mide en eones y es prácticamente infinito. Todo sencillo. Entre semejante confusión, no nos parece extraño que nos asuste enfrentarnos a la historia de esta cultura milenaria.
Pero a la vez la India es un país fascinante y colorido. En la actualidad la nación más poblada de la Tierra. Una potencia emergente, un mercado regional y un actor fundamental del sur de Asia. Un país con unas tradiciones e historia milenarias, que nos llevan a los albores de la civilización.
Por tanto, vamos a tratar de simplificar lo complejo. Para ello dejaremos de lado la historia política, y nos olvidaremos de esa interminable sucesión de dinastías y reinos, y buscaremos la sencillez: los condicionamientos históricos y geográficos de la India. Y prometemos que el título será cierto: la historia de la India es fácil.
Con esta intención, lo resumiremos todo en cinco datos sencillos, que a buen seguro nos sorprenderán:
DATO 1. La historia de la India no empezó en la India, sino en Pakistán el país vecino.
Como todos sabemos, este país islámico se ve atravesado por un río fértil,
que lo cruza de norte a sur, el río Indo. Este valle fluvial comenzó a
urbanizarse tempranamente, y en torno al 2.500 a.C. florecía y podemos
considerar la región plenamente civilizada. En esas fechas surgió una red de
ciudades que galvanizaban el territorio, y otras de gran tamaño entre las que
destacan la mítica Mohenho Daro, Harappa o Rupar.
Esta civilización estaba muy avanzada para su tiempo, con un nivel de desarrollo equiparable al de los sumerios en Mesopotamia, que fueron contemporáneos, o de los egipcios. Sabemos que ellos fueron los inventores del ajedrez, este juego de mesa que posteriormente se extendería por todo el continente euroasiático, y finalmente por todo el mundo. También nos sorprende que ponían betún en las calles, anticipándose en siglos a la revolución industrial. Por si esto fuera poco sus ciudades poseían un trazado reticular, en cuadrícula, formando calles paralelas, asombrosamente moderno, que se avanzó en siglos al que después desarrollaron griegos y romanos, o la civilización china.
También hay evidencias de todo tipo de que poseían extensas redes de comercio, y que se relacionaban con normalidad con las civilizaciones vecinas. Los sumerios, por ejemplo, los llamaban Meluhha en su lengua. Navegaban a través del Golfo Pérsico, haciendo escala en factorías y puertos intermedios, como Dilmun, que se econtraba probablemente el actual Baherein, y que fue un nudo de intercambio tan importante que acabó por imponer a las civilizaciones vecinas sus pesos y medidas. Las redes de intercambio de la cultura del Indo llegaban incluso a Afganistán, donde obtenían el lapislázuli, una piedra preciosa muy cotizada en la época.
Se trata por tanto de una civilización fascinante, que no tenía nada que envidiar a otras contemporáneas, como Mesopotamia y Egipto.
Pero que viene envuelta en una neblina de misterio, por dos motivos.
El primero de ellos es que aunque poseían un modelo de escritura propio, llamado Harappa, lamentablemente no se hemos sido capaces de descifrarlo, y no podemos leer ni entender sus textos. Se trata de un modelo gráfico que se desarrolló de manera independiente a otras escrituras como la cuneiforme sumeria, la jeroglífica egipcia o la china. Por ello se trata de una civilización con tantos interrogantes sin respuesta. La arqueología ha encontrado importantes vestigios y restos, pero hasta que podamos interpretar sus textos desconoceremos el nombre de sus dioses, sus costumbres, mitos y leyendas, sus reyes, o qué les importaba a las personas comunes.
Escritura Harappa.Pero no es este el único misterio. La otra gran duda que tiene en vilo a historiadores y arqueólogos es por qué esta civilización colapsó misteriosamente, se hundió. Esto ocurrió aproximadamente unos quinientos años después de su florecimiento, en torno al 2.000 a.n.e. y o el 1.750 a.n.e. A partir de entonces y durante mil años, la civilización desapareció de la India, y no volvería a resurgir hasta el 800 a.n.e., ahora a orillas del río Ganges.
¿Por qué colapsó esta cultura? Para muchos historiadores es uno de los mayores secretos de la historia, ya que desconocemos sus causas exactas. Y el hecho de no haber podido descifrar su alfabeto no ayuda demasiado.
Parece que en el caso de Mohenjo-Daro, bastó un cambio en el curso del río Indo para que los campos perdieran los canales de irrigación, y la población se marchara; aunque en el colapso general de esta cultura pudieron influir las enfermedades, las inundaciones, los conflictos sociales, los ataques de los nómadas y quizá las invasiones indoeuropeas. Pero de momento, todas estas posibles causas no pasan de ser meras hipótesis.
DATO 2: el arroz no siempre ha sido la base de la dieta del país.
Sabemos que resulta sorprendente, especialmente pues hoy en día cuando pensamos en la rica y excelente gastronomía de esta cultura, la asociamos indudablemente al curri y al arroz basmati, pero esto no siempre fue así.
Recientes estudios arqueológicos revelan que la primera civilización del Valle del Indo ya conocía el arroz, pero que estaba lejos de convertirse en el plato estrella del menú. En realidad practicaban el policultivo, y su alimentación se basaba en los mismos productos que en Mesopotamia y el resto del Viejo Mundo, esto es el trigo, la cebada, las cebollas, los dátiles, etc.
La historia del arroz es larga y complicada. Requirió varios milenios para asentarse, para desarrollar técnicas mejoradas de irrigación, para que se introdujeran variedades más eficientes, y para que se convirtiera en una planta milagrosa con una productividad asombrosa. Solo desde lo que tradicionalmente se conoce en Europa como la Edad Media, tres mil años después de las primeras civilizaciones indias, el arroz se desarrolló de tal manera que se convirtió en la base de la dieta del país.
Y este dato es sumamente relevante. Porque debemos tener en cuenta que el arroz irrigado es infinitamente más rentable y productivo que el trigo. Y desde que se generalizó en la India, aprovechando una climatología adecuada, permitió unas concentraciones de población asombrosas para épocas preindustriales. Esto convirtió a la India en una potencia demográfica, y a la larga la ha llevado a superar a China, y hoy en día la India es el país más poblado de la Tierra. Pero no podemos olvidar que esta realidad demográfica es un fenómeno relativamente reciente, que no se dio todavía en una época tan antigua.
DATO 3: en buena parte del subcontinente, situado a miles de kilómetros, se hablan lenguas emparentadas con el español.
Ello se debe a que los movimientos de población de los pueblos indoeuropeos, de los que hablaremos en otra ocasión, poseyeron un largo alcance, y abarcaron desde Europa hasta la India, y extendieron consigo sus idiomas, de los que después derivaron otros actuales como el español, el inglés, el persa o el hindi.
Invasiones Indoeuropeas.
Así que durante la Edad del Bronce, estos pueblos traían consigo una nueva lengua sagrada, llamada por algunos el sánscrito. Y alcanzaron la India en torno al 1.700 y el 1.500 a.n.e., aproximadamente las mismas fechas en las que colapsaba la cultura del valle del río Indo.
Sin embargo, aunque las fechas coinciden aproximadamente, no hay una certeza absoluta acerca de que los dos hechos estén relacionados. Hasta la fecha, no hay ninguna evidencia arqueológica de que el fin de las ciudades del Indo se debiera a algún ataque militar, y el hecho de que la civilización no resurgiera parece apuntar a que su declive se debió a causas más profundas que la mera conquista, como un posible agotamiento ecológico. Señalamos el hecho de que el resto de regiones por donde avanzaron los indoeuropeos, como en Mesopotamia, sí que recuperaron las ciudades poco después, superado el primer golpe. Y parece ser que en el Valle del Indo se vivió previamente una decadencia progresiva que pudo durar varios siglos. Esto nos lleva a pensar que el fin de esta cultura, se anticipó en unos pocos siglos a la llegada de los nuevos pobladores.
¿Qué sabemos de estos pueblos indoeuropeos?
Pues bastante, pues contamos con un documento excepcional, los Vedas. Se trata de una fuente fascinante que finalmente se codificó en cuatro libros, y que se considera el origen de la religión hinduista. Comenzaron a narrarse en el 1.500 a.n.e., con lo que los pueden ser considerados en todo rigor el libro más antiguo del mundo. Pero lo asombroso es que no se escribieron hasta siglos después. Inicialmente, se transmitían y memorizaban oralmente de generación en generación, de boca a oído, como también ocurrió inicialmente con la odisea de Homero. Por ello se componen de numerosos poemas o himnos, para que fuera más sencillo asimilarlos de memoria. Lo fascinante es que se piensa que los textos se mantuvieron con una literalidad asombrosa a pesar del paso de las generaciones, gracias a su carácter sagrado.
Pues bien, según se cantaba en estos himnos, los recién venidos se instalaron primeramente en Afganistán y Pakistán, y emplazaron su centro de colonización y difusión en el corazón de Peshawar, en los ríos del Penjab. Después penetraron en subcontinente, y avanzaron por el norte, en los cauces del Indo y Ganges, siguiendo a Agni, el dios del fuego. Al parecer, realmente quemaban bosques para su aprovechamiento agrícola, quizá en alguna forma de agricultura itinerante. Estos invasores o recién llegados, traían consigo dos armas esenciales de la Edad del Bronce, por un lado el caballo, y por otro lado el carro de guerra, desconocidos hasta entonces en la India. Cuando hablamos de carros de guerra, nos referimos a carruajes de dos ruedas con llantas y radios, que se empleaban como arma de choque y poseía una gran movilidad, desde ellos lanzaban sus flechas contra el enemigo.
Los indoeuropeos traían una bebida sagrada desde las estepas, el soma, el narcótico divino. Los brahamanes lo bebían durante los sacrificios en honor al dios Agni, del fuego, y a Chandra, dios de la luna. Desconocemos exactamente qué sustancias psicoactivas contenía, para algunos podría ser cáñamo, para otros miel fermentada, bien loto azul, opio o incluso vino… En cualquier caso, después de consumirla los sacerdotes entraban en trance, y conseguían entrar en contacto con la divinidad, como era frecuente en las religiones antiguas. Y los textos de la época dedican capítulos enteros a describir las alucinaciones, o las visiones que los Brahamanes experimentaban al consumir esta bebida.
Su dios principal era Indra, dios del trueno, que claramente se asemeja en sus poderes y atributos a otras divinidades indoeuropeas, como Thor o Zeus. Sin embargo, no tardó en producirse una fusión cultural, y adoptaron un nuevo panteón que combinaba sus divinidades con las de los pueblos anteriores. Es posible que el sistema de castas estuviera presente antes que ellos. Y de esta mezcla de culturas surgió la actual civilización India.
Los vedas también mencionan que conquistaron las ciudades del Valle del Indo, contradiciendo la opinión de la mayoría de los estudiosos actuales, que niegan este punto. En ocasiones las fuentes originales pueden ser de lo más heterodoxas, y cuestionar las opiniones mayoritariamente aceptadas. Ahora bien, faltaría saber qué entendían los poemas ancestrales por ciudades, pues es obvio que los años de esplendor de dicha cultura habían quedado atrás, y quizá solo restaran algunos pocos testigos, algunas viejas construcciones en pie y unas pocas poblaciones aisladas, a las que pudieron dar el golpe de gracia.
DATO 4: la India, que hoy en día es un Estado nacional, nunca lo fue en épocas históricas.
En otras palabras, en un plano político, la India no existía. No era más que una referencia geográfica, cultural si se quiere, pero antes del dominio británico, en el Siglo XIX, la India nunca estuvo unificada en ningún momento de su historia. Y frecuentemente aparecía dividida en diversos reinos, dinastías o repúblicas.
Y aunque es cierto que hubo imperios enormes en la región, como el de Maurya o el sultanato de Delhi, nunca llegaron a ejercer un control real y duradero sobre todo el subcontinente.
DATO 5: Por si esto fuera poco, en la India ha existido siempre una clara división lingüística y cultural.
Como comentábamos en un vídeo anterior, a mediados del segundo milenio antes de nuestra era, se recibió la irrupción de los pueblos llamados indoeuropeos, que trajeron sus lenguas y sus culturas.
Pero conviene retener un dato: el avance de estas gentes no fue total, y encontró un freno.
Su penetración por el sur y centro del subcontinente fue tardía, únicamente a partir del 800 a.C., y nunca con tanta intensidad. La región central de la India es más montañosa que las grandes llanuras aluviales del Indo y del Ganges, que constituyen un fácil corredor. Además, posee un clima y enfermedades tropicales. Así pues, resistieron mejor el envite, y en muchas de estas regiones nunca llegaron a penetrar los indoarios.
Así pues, únicamente el área norte del subcontinente, la situada en los ríos Indo y Ganges, recibió la aportación inicial de los pueblos védicos y sus idiomas están emparentados con el Sánscrito. Los indoeuropeos, sin embargo, tardaron siglos en avanzar por el sur y el centro del subcontinente, con lo que su influencia no fue tan decisiva. O bien nunca llegaron.
De esta manera, al sur de los ríos Narmada y Manahadi encontramos todavía en nuestra época a los pueblos de habla dravídica, e incluimos entre ellos a los habitantes de los actuales estados indios de Tamil Nadu, Andhra Pradesh, Karnataka y Kerala... La rama lingüística dravídica posee idiomas anteriores a las invasiones indoeuropeas, que algunos emparentan con el elamita, y quizá el antiguo sumerio, y que comprende unas 26 variantes entre las que destaca el tamil y el telegu.
Ambas realidades se ven separadas, aproximadamente, por el paralelo 20 de latitud norte. Por tanto, no es cierto que todos los pueblos de la India hablan idiomas derivados del Sánscrito.
DATO 6: La división de la India en dos regiones no solo es lingüística, sino también cultural, económica y política.
Esta división provocó una historia dual en el subcontinente, que tiene causas geográficas.
En el norte de la India histórica encontramos dos grandes valles fluviales, el del Río Indo, y el del Río Ganges. Estas tierras bajas son extraordinariamente fértiles, y son las que desde siempre han concentrado mayores densidades de población. Asimismo, fueron las que acogieron las primeras civilizaciones históricas del subcontinente.
Además actúan como una encrucijada geográfica, que las vincula a las rutas asiáticas. Conforman una suerte de corredor fluvial, que las enlaza con Persia, con sus vecinos del Asia Central, del Tibet e incluso de China. Así, su historia, comercio y relaciones aparecen íntimamente ligadas al resto de culturas del continente euroasiático.
Esto sitúa a la región dentro de una dinámica continental, perfectamente interconectada con el resto del Viejo Mundo. De donde recibieron incontables aportaciones, comercio, pero también invasiones.
Y ahora observamos los mapas. Los grandes estados de la zona, como el Imperio Maurya del Siglo IV aC, el Gupta del Siglo IV dC,… Y nos damos cuenta de que ocuparon aproximadamente la misma extensión de terreno: las tierras irrigadas por los ríos Indo y el Ganges. Posteriormente, el Imperio Mogol, o el sultanato de Delhi del Siglo XIII, volvieron a asentarse inicialmente sobre estos valles fértiles. Pasaron los siglos y cambió el nombre de los estados, dinastías e imperios, pero las fronteras siguieron siendo exactamente las mismas. Sucesivos imperios sobre unos valles fértiles, una forma de vida, y un sustrato cultural indoeuropeo. Hecho que no responde a la casualidad, sino a la geografía.
Mostramos como el ejemplo el Imperio Mogol.
Y es verdad que los imperios del norte, una vez unificados, fijaron su mirada en la zona sur, su área natural de expansión, y trataron de someterla militarmente con éxito variable. Todos ellos atacaron los reinos meridionales. Si observamos nuevamente los mapas lo hicieron tanto el Imperio Maurya, del cual mostramos el mapa de su máxima expansión, como el Imperio Mogol del Siglo XVII. En este último caso se observa que también se inició en los valles del norte. En definitiva, todos ellos avanzaron notablemente por el centro de la India, pero ninguno lo mantuvo bajo su control más que unas décadas, ni dominó en su totalidad el extremo sur del subcontinente o de Sri Lanka, el área dravídica, que supieron preservar su independencia hasta la llegada de los británicos.
Con lo que la división cultural y lingüística, también lo fue política.
Porque la región dravídica meridional no solo se diferenció por sus idiomas, y porque se resistió numantinamente las invasiones procedentes del norte, y nunca perteneció a ninguno de los grandes imperios septentrionales en su totalidad. También creó sus propias estructuras estatales, como el reino de los Cholas, de los Pallava, el Imperio Vijayanagara, los Orissa etc.
Y si sus vecinos del norte fueron predominantemente ganaderos y agricultores, ellos mantuvieron unas sociedades particulares, de pescadores y comerciantes, que en ocasiones han sido llamadas talasocráticas, del griego talasos: riqueza, debido a que los mercaderes tenían un peso innegable en el gobierno de estos estados.
Finalmente, si sus vecinos se encontraban vinculados a una lógica continental, ellos orientaban su comercio e influencia principalmente hacia el Océano Índico, intercambiaban directamente con el Sudeste Asiático, con Camboya o Tailandia, Indonesia e incluso con África. De manera que podemos afirmar que el sur de la India no poseyó una dinámica continental, sino marítima. Se volcó hacia el Océano Índico, donde influyó de manera decisiva.
Así por ejemplo, uno de los reinos más longevos de la región, la dinastía de los Cholas, dirigió sus ansias de expansión hacia la región de insulindia, en la actual indonesia, tal y como se aprecia en el mapa.
Pero ninguno de estos imperios se mostró interesado en conquistar a sus vecinos del norte, los situados en los valles fértiles, y nunca en la historia de la India los reinos del sur avanzaron continentalmente en esa dirección, cosa que ocurrió con suma frecuencia al contrario.
En cuanto al área central del subcontinente indio, presenta mesetas y una orografía complicada, y se encontró a caballo entre las dos influencias: la de los pueblos indoarios del norte, y la de los pueblos dravídicos del sur. Y perteneció políticamente a imperios septentrionales, aunque también a las poderosas dinastías del sur, como la de los Chalukya. Y cuando surgió un estado poderoso, como la de los Satavahana, acuñaron indistintamente monedas en lenguas dravídicas y sánscritas.
Y con esto se resume la historia de la India preindustrial, durante la Edad del Hierro. El nombre de la dinastía que unifica el norte, siglo tras siglo, y ataca el sur sin demasiado éxito, es lo de menos, es tarea de memorizar nombres de reyes y emperadores. Lo relevante es que se trataba de una historia que se repetía cíclicamente, como la propia concepción del tiempo en esta cultura.
Vídeo: Condicionamientos Geográficos de la India. La Edad del Bronce.
Vídeo: Condicionamientos Geográficos de la India. La Edad del Hierro.
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